Efraín
Moraga/
En próximo año se aplicará la norma IFRS 9 e IFRS 15,
mientras que en 2019 se estrenará la IFRS 16, que busca mejorar la forma en la
que los arrendadores realizan sus balances.
EL 1 de enero de 2008, los registros contables de las
empresas se tuvieron que abrir y someterse a las reglas de las Normas
Internacionales de Información Financiera (IFRS, por sus siglas en inglés). A
casi cinco años de su aplicación, aún quedan novedades y nuevas
incorporaciones.
“Esto vino a mejorar la información financiera de las
compañías, porque las empresas tuvieron que hacer énfasis en capacitar a sus
recursos personales, luego tuvieron que comprender la norma y, por lo tanto,
aplicarla”, señala Roberto Espinoza, socio líder de Audit Advisory de Deloitte.
Y es que a partir de 2018 vienen nuevas novedades,
puesto que se incorporará la norma IFRS 9, que se refiere a activos financieros
y otras materias afines, y también entra en aplicación la IFRS 15, que
comprende todo lo relacionado con el registro de los ingresos. “En el caso del
IFRS 9, los grandes desafíos para muchas compañías tienen relación con la
modificación del deterioro de los activos financieros. Moviendo el método de
pérdida incurrida, que era la norma actual, al concepto de pérdida esperada”,
manifiesta Espinoza.
Esto permitirá a las empresas clasificar a sus
clientes por riesgo y en función de este, se pueden establecer provisiones
sobre esas carteras a partir del primer minuto. “Es necesario contar con un
modelo de provisiones más sofisticado, sobre todo, los clientes que tienen
carteras de mayores volúmenes y más complejas”, explica Espinoza.
En el caso de las grandes empresas que utilizan las
IFRS complejas, los desafíos se orientan a la planificación anticipada para
enfrentar los nuevos cambios normativos, especialmente para determinar los
efectos en la información financiera y cómo estos impactarán en sus compromisos
con terceros y los propios dueños o accionistas.
“La contabilidad se sustenta en sofisticados sistemas
informáticos que permiten gestionar altos volúmenes de datos. Cambios futuros
en las IFRS pueden requerir adaptaciones informáticas especiales que pueden
significar un alto costo para las empresas, por ello la importancia de
considerar un cambio normativo en estas normas”, asegura Luis Jara, académico
DCS de la Universidad de Chile.
En tanto, el IFRS 15 es otra de las normativas que
entrará en rigor el 2018, por lo que en el sector ya se preparan para iniciar
su aplicación. “Esta norma busca mejorar o perfeccionar el reconocimiento de
ingresos para que exista una cada vez más perfecta correlación entre costos e
ingresos”, dice Espinoza.
Esto planteará un desafío a las compañías, puesto que
van a tener que revisar su modelo de reconocimiento de ingresos. Por ejemplo,
aquellas empresas que prestan un servicio, pero que a la vez venden un
producto, como las telefónicas.
“Serán necesarios modelos de reconocimiento de ingresos,
que cada vez son más diferentes respecto al mundo tributario. Ellos van a
necesitar sistemas que permitan operar en estos dos ambientes”, afirma
Espinoza.
En tanto, en 2019 se aplicará la norma IFRS 16. Esta
permitirá a los arrendadores operativos (a más de 12 meses), mejorar la forma
en la que realizan sus balances. “Si una persona arrienda una propiedad por
cinco años y durante el último año decide evaluar la posibilidad de continuar
con el servicio, en el balance del negocio, ese arriendo no está en el activo
ni en el pasivo, sin embargo, representa un compromiso de flujo todos los
meses. IFRS 16 viene a registrar esos contratos como un derecho de uso y
permite reconocer ese pasivo por la obligación que representa este”, explica el
ejecutivo de Deloitte.
Fuente: Pulso.cl