La brecha tecnológica que separa Asia de América Latina
Marcelo Justo/BBC Mundo
Un elemento clave de la productividad es
la tecnología. En comparación con Asia, lo que produce América Latina
es más caro y tiene menos capacidad innovadora.
América Latina ha crecido en los últimos
diez años, no tiene crisis de deuda a la vista y aumentó su ingreso per
cápita, pero tiene un problema por el momento insuperable: no ha
logrado cerrar la brecha tecnológica no sólo con el primer mundo, sino
con Asia.
Según la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (Cepal) el peso de la ciencia y la tecnología en la
producción manufacturera regional es una cuarta parte del que existe en
los países de Asia. El colorario es un fuerte desequilibrio en el
desempeño económico de ambas regiones.
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Asia tiene un tercio de la productividad
laboral de Estados Unidos, mientras que en el caso de América Latina la
brecha se vuelve un abismo: es una octava parte de la estadounidense.
Un elemento clave de la productividad es
la tecnología. En comparación con Asia, lo que produce América Latina
es más caro y tiene menos capacidad innovativa y valor agregado.
El perfil exportador apunta en la misma
dirección. La deficiente incorporación de tecnología profundiza el
peligro de la primarización de América Latina, un riesgo presente en el
crecimiento de la última década muy basado en el desempeño de los
productos primarios (desde la soja a los minerales, el gas y el
petróleo)
Gabriel Palma, especialista en economía
comparada de la Universidad de Cambridge, cree que la gran diferencia
reside en la política estatal.
"La diferencia en educación es notable.
India produce más ingenieros y científicos que toda América Latina. Y el
estado apoya todo eso. El empresariado no ve al estado como un enemigo
que le viene a cobrar impuestos sino como un socio. Hay política
industrial, hay metas ambiciosas", indicó a BBC Mundo.
No siempre fue así.
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Historias paralelas
Gabriel Palma
Gabriel Palma, experto en economías de
Asia y América Latina, cree que la brecha tecnológica entre ambas
regiones reside en políticas estatales.
En los años 50, Asia tenía un ingreso per cápita apenas superior al de África y muy por debajo del de América Latina.
En los años 80, naciones que en la
posguerra habían sido sinónimo de pobreza y desesperanza como Corea del
Sur y Taiwán, ya superaban en sus ingresos al promedio latinoamericano
y, con Hong Kong y Singapur, formaban parte de un nuevo grupo mirado con
envidia por el mundo en desarrollo: los tigres asiáticos.
Desde entonces el crecimiento de la
productividad ha sido notable. Entre 1980 y 2010 la productividad
asiática se triplicó: la de América Latina permaneció prácticamente
estática.
Mientras que Asia se caracterizó por la
flexibilidad, el pragmatismo y la continuidad de políticas de estado, en
América Latina predominaron los cambios abruptos y drásticos.
El proteccionismo y la sustitución de
las importaciones de la posguerra fue violentamente abandonada en los
años 80 y 90, en algunos casos como Argentina y Chile, del día a la
noche.
"El proteccionismo, que fue tan
criticado, produjo una notable tasa de crecimiento económico. El error
fue quedarse allí. Faltó un estado que pudiera disciplinar a la élite
capitalista para que no sólo se beneficiara con la protección sino que
la usara de manera efectiva para dar un salto económico", señala Palma.
El gran salto
Los especialistas en temas de desarrollo
distinguen dos pasos. El primero va de una economía de bajos ingresos a
otra de ingresos medios. El segundo –más complejo– es la transición de
ingresos medios a altos ingresos con una economía plenamente
desarrollada.
El primer pasaje suele basarse en un crecimiento exportador con una competitividad incrementada por los bajos costos.
"La diferencia en educación es notable.
India produce más ingenieros y científicos que toda América Latina. Y el
estado apoya todo eso. El empresariado no ve al estado como un enemigo
que le viene a cobrar impuestos sino como un socio."
Gabriel Palma, experto en economía comparada de la Universidad de Cambridge.
Las políticas de sustitución de
importaciones, abierta intervención estatal y relativo proteccionismo
suelen ser útiles en este estadio como demuestran los casos de Japón,
Corea del Sur y Taiwán.
En la posguerra muchos países dieron este salto tanto en América Latina como en el Norte de África, Europa Oriental o Asia.
Pero según el Banco Mundial, la enorme mayoría que llegó a esa franja de ingresos medios en 1960 seguía allí en 2008.
"Es la llamada trampa del ingreso medio.
Para pasar de pobre a medio hay que hacer más de lo mismo, pero cada
vez mejor. Para pasar de medio a alto hay que hacer cosas distintas,
cada vez mas complicadas en lo tecnológico. No basta con ser capaz de
absorber tecnología, hay que innovar", señala Palma.
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Unos sí, otros no
Mujer hablando frente a anuncio de Samsung, el gigante surcoreano que ya le pisa los talones a Apple
El gigante surcoreano Samsung ya le pisa los talones a Apple.
Japón y Corea del Sur son dos ejemplos
típicos de salto exitoso a la exportación de productos de tecnología
compleja y alto valor agregado.
Según Gabriel Palma, los problemas que
ha enfrentado América Latina para dar este salto, que requiere marcas y
fuerte innovación tecnológica, es perfectamente visible en la industria
automotriz.
"Entre los seis o siete productores de
autos más grandes del mundo se encuentran compañías en Brasil y México,
pero ninguno de los dos países ha logrado exportar un auto de marca
propia. Cuando se lo pregunto a empresarios de Brasil o México no saben
qué contestarme", indicó a BBC Mundo Gabriel Palma.
Los ejemplos de marcas propias
latinoamericanas con dimensión internacional son escasos. Uno de los más
destacados es la brasileña Embraer, tercera productora de aviones del
mundo.
Un contraejemplo, emblemático sobre las
limitaciones del modelo latinoamericano, más cómodo con el ensamblaje
que con la creación, son las maquiladoras de México. En los años, 80 el
75% de los insumos de las maquiladoras eran importados. Hoy, el 75% de
sus insumos son… importados: no ha cambiado nada.
En China existía una proporción similar
en relación a los insumos en los años 80, pero gracias a una política de
estado de incorporación de tecnología y de exigencia al capital
extranjero, esa proporción ha caído a un 30%.
"Las llamadas multilatinas,
multinacionales latinas, de Chile, Argentina, Brasil que invierten en el
resto de América Latina, cada vez que necesitan un avance tecnológico
buscan un socio externo para que se lo suministren. Esas grandes
compañías tienen muy poca investigación científica o creación
tecnológica", subraya Palma.
Sin este salto tecnológico en un mundo
cada vez más dominado por la ciencia, el crecimiento regional de la
primera década de este siglo XXI puede convertirse en otro de los tantos
espejismos de nuestra